Desvíos de la deriva. Experiencias, travesías y morfologías
Fechas: 5 de mayo – 23 de agosto de 2010
Lugar: Edificio Sabatini, Planta 3
Organización: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Comisariado: Lisette Lagnado y María Berríos
Actividades relacionadas: Seminario y taller
Las diferentes concepciones arquitectónicas brasileñas y chilenas, que participan en esta exposición, tienen en común una carga humanista y visionaria en su forma de pensar la relación entre espacio público y vida colectiva, topografía y urbanismo, que se refleja tanto en los dibujos, textos y maquetas de Flavio de Carvalho (1899-1973), Juan Borchers (1910-1975), Lina Bo Bardi (1914-1992), Roberto Matta (1911-2002), Sergio Bernardes (1919-2002), como en la enseñanza comunitaria desarrollada en la Escuela de Valparaíso. Poetas-arquitectos, situados entre un creciente impulso hacia lo moderno y la creencia en la capacidad de la tecnología para reducir jornadas de trabajo y aumentar el tiempo dedicado al ocio, tratan de expandir los espacios para un homo ludens y poner en práctica una vida en comunidad que, en Brasil, se apoya en la lectura de Carvalho del Manifiesto Antropófago (1928) de Oswald de Andrade, mientras que en Chile adopta la disciplina de las virtudes basadas en la hospitalidad y la disponibilidad.
La cuestión de la deriva surge aquí como respuesta a otra pregunta: ¿dónde están los límites de la profecía racionalista en Sudamérica? Nos vienen a la mente la noción de “urbanismo unitario” de Constant así como la idea de “deriva” de Guy Debord y sus compañeros, pero aquí no las va a encontrar. En su recorrido, el visitante comprenderá que no está en la Europa que vio cómo se “desmoronaba la casa del Hombre” 1 , y mucho menos frente a las premisas racionalistas que construyeron la modernidad. Antes de su primer viaje a Sudamérica, Le Corbusier (1887-1965) consideraba que utilizar el “meandro” significaba reproducir el trazado irregular del “camino del burro” de la ciudad medieval. Sin embargo, después de su viaje en 1929 ya se permitía vislumbrar un edificio-viaducto con la forma de una inmensa ola instalada en la topografía de los cerros. Esta exposición plantea el cuestionamiento que el Nuevo Mundo hace de las viejas civilizaciones, así como la conocida distinción que Sergio Buarque de Holanda (1936) establece entre la portuguesa “dejadez del sembrador” y la española “razón del enladrillador” para explicar las diferentes fases de colonización, dominación y urbanización: mientras que la primera tipología evoluciona de forma aleatoria, la segunda se construye deliberadamente en forma de retícula.
Sin embargo, existen otras formas de deriva aunque sus nombres sean otros: experiencia, morfología psicológica, travesía. No fueron ni arquitectos ni urbanistas, sino poetas, los que inventaron nombres para evocar civilizaciones en los trópicos y en los Andes: Utopialand es el resultado de la aventura brasileña de Blaise Cendrars en los míticos años veinte a través de un continente imbuido de esperanzas; mientras que la Amereida, una Eneida del sur, surge en 1965 de un proceso colectivo que deliberadamente prescinde de la autoría. 2
Igual que Cendrars, otros extranjeros consideraban Brasil una “patria espiritual”, caracterizada por una naturaleza soberana y fronteras nacionales flexibles. Para Lina Bo Bardi, que emigró a su “patria de elección” en 1946, la arquitectura es un “arte que tiene que considerar seriamente la tierra donde se pone en práctica”.3 Su elogio de la calidad vernácula de la autoconciencia moderna deriva del Manifiesto Antropófago. Comprender la coexistencia de la artesanía con diversos modos de producción industrial, permite iluminar el tema de la “síntesis de las artes” a la vez que sirve de pista para acompañar el recorrido de la exposición.
El boceto de Le Corbusier en el que anticipa el futuro de Río de Janeiro –y que Sergio Bernardes desarrolla en la versión de 1965 de sus barrios-verticales– ha generado interpretaciones divergentes. En torno a la figura del maestro se articula una admiración común, pero también conflictos puntuales que tienen como consecuencia desvíos de ruta. Es lo que sucede con el joven Roberto Matta, que dejó Chile para trabajar con Le Corbusier en 1934-1935, y acaba renegando de él para abrazar el surrealismo, celebrado en Matemática Sensible – Arquitectura del Tiempo 4 . Para Matta, la humanización de la arquitectura en un espacio puramente subjetivo y psíquico implica una forma de erotización espacial: el espacio se vuelve blando para amoldarse a los cuerpos y deseos sensoriales de sus habitantes.
El encuentro de Le Corbusier con Flavio de Carvalho en 1929 tampoco fue muy fructífero, pues los esfuerzos del brasileño por introducir la sintaxis de la arquitectura moderna en São Paulo no llegaron a concretarse; sus proyectos no construidos refuerzan el estigma de “revolucionario romántico” que Le Corbusier le atribuyó. Sigue un camino opuesto a la “eficacia” de las directrices del maestro, porque Carvalho tenía otros paradigmas en mente, inspirado sobre todo en la lectura de Freud. La ciudad del siglo XX sería una extensión de la casa y estaría destinada al “hombre desnudo” (antropófago), libre de los conceptos del estilo de vida burgués, de la familia y de la propiedad. Esta propuesta se pone de manifiesto en su New Look (1956), un traje tropical masculino adecuado a la vida moderna en el trópico, que precede a la minifalda.
Entonces, ¿cómo justificar una oda al urbanismo funcionalista en ciudades latinoamericanas que prosperan en la informalidad? ¿Podemos afirmar que la deriva siempre ha sido la mejor respuesta? Para entender este imaginario urbano, Adrián Gorelik apunta a la “interrupción” como un signo recurrente en la representación simbólica de los países sudamericanos.5 Esta exposición pone de relieve muchas rutas contaminadas, inconclusas, suspendidas o traicionadas. El 31 de julio de 1965, en Punta Arenas, en el extremo sur de Chile, la prensa local anuncia: “Diez profesores universitarios inician un estudio geo-poético por América Latina”. El 10 de septiembre, antes de llegar a Santa Cruz de la Sierra, en la cuenca amazónica, la travesía debe retroceder por un motivo sólo conocido dos años después: la guerrilla del Che Guevara se encontraba en la región, ya controlada por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.
Por motivos más complejos, cuya explicación no es pertinente aquí, Sudamérica se convierte en un laboratorio fértil de múltiples heterotopías o contra-modelos. Muchas de estas manifestaciones artísticas han sido consideradas tardías, incluso engañosas, hasta hace poco tiempo. Lejos de haber agotado su potencial, resurgen incluso para ensombrecer la mala conciencia de las narrativas eurocéntricas. De nuevo, fue Lina Bo Bardi quien reconoció la importancia de la cultura popular en la creación de la modernidad brasileña, cuando escribió que “la arquitectura moderna brasileña no deriva de la colonial sino de aquella primitiva del ‘caipira’ [ámbito rural] del campesino”.6
A partir de la década del sesenta, la arquitectura representa una alternativa para canalizar aptitudes artísticas y las escuelas ofrecían una mezcla de ciencias humanas (filosóficas y antropológicas) que reemplazaba el enfoque técnico y militar asociado al arquitecto-ingeniero. Su manera flexible de concebir el territorio en términos culturales implicaba que el espacio podía ser abordado a través de la poiesis más que desde una agenda estrictamente funcionalista. Ciudad Abierta, en Valparaíso, traduce este mismo ímpetu por abarcar lo que la vida tiene de imprevisto. Hoy, aunque circunscrita a la experiencia universitaria, su legado representa de manera clara la idea de una utopía sin eco dentro de un sistema neoliberal que continúa resistiéndose a enfrentar su incapacidad para producir espacios habitables.
Selección bibliográfica
Flavio de Carvalho, Comisariada por Walter Zanini y Rui Moreira Leite, 17ª Bienal de São Paulo, 1983
Ferraz, Marcelo (Coord. ed.), Lina Bo Bardi, São Paulo: Instituto Lina Bo e P. M. Bardi, 1993
Le Corbusier, Précisions. Sur un état présent de l’ Architecture et de l’Urbanisme, Paris: Les Éditions G. Crès et Cie., Collection de “L’Esprit Nouveau”, 1930 [ed. cast: Precisiones respecto a un estado actual de la arquitectura y el urbanismo, Barcelona: Apóstrofe, 1999]
Pérez de Arce, Rodrigo; Pérez Oyarzun, Fernando, Escuela de Valparaíso. Grupo Ciudad Abierta, Madrid: Tanais Ediciones, 2003
La deriva es nuestra
Tipo de actividad: Seminario y taller
Fecha: 30 de junio – 3 de julio de 2010
Inscripción Seminario: entrada gratuita
Inscripción Taller: gratuito en programasculturales2@mcu.es
Más información: www.museoreinasofia.es
¿Cómo ser americano y moderno? ¿Cómo relacionarse con el referente europeo? Observaciones antropológicas y actos poéticos permiten expandir la experiencia con la topografía del lugar. En relación a la exposición Desvíos de la deriva, el Museo Reina Sofía propone un taller inspirado en el método de enseñanza de la Escuela de Valparaíso, en el que poetas y arquitectos estimulan el carácter lúdico-constructivo de los participantes. Al contrario de la narrativa que privilegia la implantación urbana racional, especialistas llegados de Brasil y Chile, junto a urbanistas y arquitectos españoles, llevarán a cabo unas jornadas de trabajo que incluirán travesías por la ciudad y conferencias en las terrazas del Museo.